Dos veces vi esta película buscando encontrar algo que, me pareció, no llegué a ver la primera vez; pero no, creo que no había mucho más, por lo menos para mis entendederas. Es un bello film de una fotografía magnífica por sus imágenes ( por ejemplo, la escena del reflejo de luz en su habitación que viene de afuera, genial todo, la luz y la imagen) y su juego de color con el dorado y el sepia. El director y guionista se llama Krzysztof Kieslowski, polaco y cuenta la historia de dos jóvenes (Irene Jacob): una francesa: Veronique y otra polaca: Veronika. Físicamente son iguales; ambas nacidas el mismo día, ambas con notable condición para el canto y ambas con una afección cardíaca. No se conocen, pero Veronique, en un viaje a Cracovia, mientras saca fotos a unos manifestastes desde un autobús, sin darse cuenta, fotografía también a Veronika que va pasando y que sí ha visto a Veronique, por lo que se queda perpleja mirándola hasta que el bus se pierde de vista. Veronika, dado lo severo de su afección muere a los pocos días en el teatro en plena representación. Hasta ese momento, ambas sentían que no estaban solas, y cuando muere Veronika, Veronique deja su carrera de canto y se hace profesora de música. No sabe por qué, sólo sabe que tiene que hacerlo. ¿Un aviso? Asi parece. El director entra en estas sensaciones de las “Verónicas” además de la música y el sexo. Todo muy ligado, son básicamente las fuerzas que las mueven.
Pensé primero en un mensaje esotérico o fantástico, que el director estaba planteándolo de ese punto de vista, no de una realidad. Pero cuando la vi la segunda vez, y considerando lo estrechamente que percibimos la realidad, pude ampliarla abarcando todo lo que tiene de esotérico y fantástico la vida, la muerte, nuestra existencia en general.
La música de Zbigniew Preisner es bellísima. Juega perfectamente en el todo de la peli. La recomiendo.