Nunca en domingo (1960). Director Jules
Dassin, nacido en USA, de origen judío/ruso y que en los años 50
debe salir de USA a raíz de las acusaciones de comunista del Comité
de Actividades Antinorteamericana, durante la brutal persecusión
macarthiana. Su película Nunca en domingo rompe con su línea más
bien sórdida y sombría de películas que lo hicieron famoso tanto
en USA como en Europa, tales como Ciudad Desnuda, Mercado de
ladrones, Siniestra obsesión, Rififí entre los hombres...
Nunca en domingo es como un cuento de
hadas, pero cambiando lo de hadas por lo de prostis. Un juego a ser
feliz por encima de la sordidez que, en realidad, es el mundo de una
prostituta en un barrio del puerto de cualquier país, sólo que en
la película es el precioso Pireo, por el que tuve la suerte de
pasear durante algunas horas hace ya un tiempo. Fantástico,
inspirador de cualquier cuento, de cualquier fantasía...
Ilia (Melina Mercouri) era la única
prostituta independiente del puerto, así era de libre y silvestre.
Sin Rostro, el mafioso de turno las controlaba a todas, menos a Ilia,
que no ponía el precio sino que hacía que lo pusiera el cliente y
sólo se acostaba con él si a ella le gustaba, si no, no lo hacía,
le ofreciera lo que le ofreciera.
Ilia era feliz en su libertad y alegría
de vivir, disfrutando sin vergüenza su amor a la vida y a los
hombres con su belleza, voluptuosidad y joie de vivre, además de la
fantasía con la que pintaba la vida, incluso las tragedias griegas,
de las cuales era fanática, las veía a su manera, cambiaba
sentimientos y acciones de los personajes. Medea era una dulce y
resignada mujer, no la asesina de sus hijos. Todas las tragedias
terminaban felices con todos yéndose a pasear a la playa. En fin,
que para Ilia, no hay ni en la vida real ni en la ficticia lugar para
lo feo y sucio.
Y llega un día, un desubicado
norteamericano, filósofo amateur (Jules Dassin) amante de la cultura
griega y ve a Ilia como un símbolo de la esencia griega. Como no ve
bien que sea prostitua, intenta educarla, cual absurdo pigmalión y
la rodea durante un par de semanas de libros y material en general
para “educarla”.
No es una gran película, vista a 53
años de su estreno, en medio de la crisis sociocultural y económica
que vivimos, es casi un chiste, una comedia ligera de corte
romántico, pero que Dassin debe haber disfrutado mucho haciéndola
porque, a pesar de lo negro, tanto de su cine anterior, como de su
experiencia vivida tras el desencanto del hombre durante la Caza de
Brujas de USA; el mensaje de la película que protagonizaron él y su
mujer, es de amor y unidad. Algo que siempre debe estar presente en
los seres humanos.
No tengo palabras para definir la
actuación y todo lo que desprende Melina... sólo puedo decir que
era como la vida de Ilia: fantástica. Su actuación gano premio en
Cannes y la canción de la película: Los chicos del Pireo ganó
Oscar.
Evidentemente que la recomiendo.